Municipio de Güímar

Data Fundacional de Güímar

Güímar en la etapa prehispánica

Según las crónicas, cuando los conquistadores de la Corona de Castilla llegan a las islas en el siglo XV, el territorio de Tenerife se encontraba dividido en nueve reinos o menceyatos entre los que se encontraba el de Güímar, con una extensión mucho mayor que la del actual municipio.

La importancia que alcanzó el reino se refleja en los numerosos vestigios arqueológicos encontrados: cuevas de habitación naturales y artificiales (Barranco de Herques, Cueva de Chinguaro...), refugios pastoriles, concheros, silos para granos, grabados rupestres, cuevas sepulcrales y necrópolis.

La economía en el menceyato de Güímar se basaba principalmente en la ganadería (cabras, ovejas, cerdos) lo que, debido a la amplitud y diversidad de su territorio, daba lugar a desplazamientos estacionales de la población en busca de pastos para el ganado: en invierno, hacia los pastos cercanos a las costas, y en verano, hacia las zonas medias y altas.

Estos desplazamientos se veían facilitados por la abundancia de agua que proporcionaban los numerosos nacientes y fuentes que fluían en el territorio del menceyato. Junto a la ganadería, también se desarrollaba la agricultura (cebada) y la explotación de los recursos marinos y forestales.





Güímar en el periodo de conquista

En el menceyato de Güímar se había iniciado una actividad evangelizadora desde mediados del siglo XV. En este contexto es fundamental la repercusión histórica del hallazgo de la imagen de la Virgen en las playas de El Socorro, la Chimisay de los aborígenes. Icono que fue llevado a la Cueva de Chinguaro y venerado a su manera por los guanches durante muchos años.
La actividad evangelizadora previa y la conflictividad que parece que existía entre Güímar y el menceyato de Taoro pudieron ser aprovechados por los conquistadores castellanos puesto que, junto con Abona, Adeje y Anaga, Güímar fue uno de los llamados bandos de paces que colaboraron con los castellanos en la tarea de derrotar a los bandos de guerra.

Esto no libró a los guanches de paces de ser convertidos en esclavos por los conquistadores, siendo muchos de ellos llevados a la Península. Los que permanecieron ilegalmente esclavizados en las islas fueron posteriormente liberados en torno a 1498, en contra de los deseos del conquistador Alonso de Lugo.

Tras 1496 fueron muy pocos los indígenas que en Güímar obtuvieron la propiedad de algún trozo de tierra (data) cuando los nuevos gobernadores procedieron al reparto de lo que fue su antiguo territorio. Sin embargo grupos considerables de guanches continuaron, en lugares como Guaza, formando núcleos netamente indígenas que llegaron a mantener su propia identidad al menos hasta mediados del siglo XVII.


Güímar en el Antiguo Régimen 
(s. XVI-XVIII).

Los cimientos de la nueva sociedad que se va desarrollar en el término de Güímar se pusieron a partir de los repartimientos de tierras y aguas realizados por el Adelantado Alonso Fernández de Lugo tras la finalización de la Conquista.

Los guanches güimareros fueron marginados en todo ese proceso de reparto de tierras, apareciendo únicamente dos de ellos entre los que reciben algún trozo de tierra y alguna cueva en lo que fue su tierra.

Por el contrario destacan los conquistadores castellanos, seguidos por los "canarios" (indígenas de Gran Canaria que colaboraron en la conquista de La Palma y Tenerife), y, por la importancia de las datas que reciben, varios mercaderes italianos (los hermanos Juan Felipe y Blasino Piombino, o Romano) que serán los que iniciarán el desarrollo del lucrativo negocio azucarero.

La producción de la comarca en esta primera etapa colonizadora se centrará en la actividad ganadera, el cultivo de cereales y viñas, la producción de miel y ante todo en el cultivo y producción azucarera que conectará la economía de la comarca a las redes del naciente capitalismo comercial europeo.

A la escasa población del Valle de Güímar a comienzos del siglo XVI se sumaron fueron sumando trabajadores portugueses especialistas en la producción azucarera, esclavos (berberiscos y negros) y algunos otros contingentes, pero no será hasta que la crisis del negocio azucarero lleve a los grandes propietarios a ir cediendo lotes de tierra a familias campesinas cuando comience a aumentar la población de la región.

La construcción a principios del XVII de la ermita de San Pedro del Tanque refleja este crecimiento, que de todos modos no llegó nunca a superar la escasa densidad demográfica de la zona.

La hacienda y el ingenio azucarero de los comerciantes italianos pasará a la familia Vargas, que desde Castilla la explotará por medio de administradores y arrendatarios.

A mediados del siglo XVI, cuando es adquirida por Pedro de Alarcón, tenía una extensión mayor que la del actual municipio de Güímar y además del ingenio y los cañaverales, contaba con muchas huertas de viñas, frutales (naranjas, limones...), tierras de secano, casas y dependencias agrícolas, ganado, esclavos, etc.

Esta gran hacienda se acrecentará posteriormente aún más bajo la dirección de Argenta de Franquis (viuda de Pedro de Alarcón), pasando este patrimonio a los grandes terratenientes que lo poseerán en los siglos posteriores del Antiguo Régimen.

La decadencia de la rentabilidad del azúcar en la segunda mitad del siglo XVI dará paso en los siglos XVII y XVIII a la preponderancia de la vid y del policultivo de abastecimiento interno (papas, millo, trigo, etc.). El valle de Güímar comenzará a desempeñar un papel abastecedor de productos de primera necesidad a otras zonas de la isla, entre las que irá destacándose, sobre todo en el XVIII, una población en expansión como era el puerto de Santa Cruz.

Otro renglón económico fundamental del Antiguo Régimen en el término de Güímar va a ser la ganadería, sobre todo la cabra, desarrollándose un pastoreo trashumante muy extensivo.

La economía de la zona de Agache, por su parte, adquiere relevancia en el siglo XVI y XVII, además de como zona de pastoreo, como productora de pez (producto que se usaba para la construcción naval e impermeabilización de techos y canales de agua), lo que fue causa de una intensa desforestación. También se irá desarrollando en esta zona la agricultura (vid, cereales, frutales, papas...).

En cuanto a la estructura social el principal elemento en torno al cual se va a estructurar toda la formación socio-económica del término será el predominio de una élite de grandes terratenientes feudales, absentistas (no residían habitualmente en el término), que va a monopolizar buena parte de la tierra y el agua.

Los grandes terratenientes obtendrán sus grandes riquezas de la cesión de lotes de tierras en régimen de enfiteusis, aparcería, medianería, arrendamiento, etc... a un campesinado pobre sometido a ellos por estas relaciones de servidumbre o dependencia de carácter feudal.

Junto a la aristocracia se irá desarrollando también una importante burguesía agraria, campesinos acomodados (medianos propietarios, dependientes política y económicamente de los grandes terratenientes) que irán ocupando los nuevos cargos políticos locales creados en el XVIII (alcaldes reales, síndicos personeros, etc.) aprovechando el absentismo de la aristocracia, que no residía habitualmente en sus propiedades de Güímar.

El control de la propiedad de la tierra y el agua de la comarca en tan pocas manos va a ser el origen de un permanente conflicto entre los vecinos de Güímar y los grandes propietarios, que dará lugar a frecuentes litigios que llegarán hasta la época contemporánea.


Güímar en la edad contemporánea

Los siglos XIX y XX no van a suponer en Güímar ninguna ruptura radical con las tendencias que venían desarrollándose desde el Antiguo Régimen. Con todo, durante la segunda mitad del XIX y en las primeras décadas del siglo XX los herederos de los grandes terratenientes provenientes del Antiguo Régimen van a irse desprendiendo de buena parte de sus propiedades, dejando ahora el terreno despejado para el definitivo encumbramiento de esa burguesía agraria que ya desde el siglo XVIII despuntaba.

El reverso de esta moneda, obviamente, estaba formado por la gran masa de campesinos minifundistas güimareros, cuyas escasas propiedades les obligaban a trabajar las tierras de los grandes terratenientes como medianeros, arrendatarios o simplemente como jornaleros.

Este desigual reparto de la propiedad de la tierra estará en la base de las periódicas oleadas migratorias que, principalmente en las épocas de crisis, expulsaron a volúmenes considerables de güimareros hacia tierras americanas (Cuba, Venezuela, etc.)

El ascenso de la nueva clase terrateniente en el terreno económico y social hallará su correspondencia en el control que, directa o indirectamente, ejercerá sobre las nuevas instituciones generadas por la legislación liberal del siglo XIX, principalmente sobre el Ayuntamiento, cuyo edificio actual se obtuvo tras la supresión de órdenes religiosas y la "Desamortización eclesiástica" promulgadas por Mendizábal.

En cuanto a la producción agrícola, hay que resaltar como, junto a la agricultura de mercado interno (cereales, papas, frutales, etc.) que sigue siendo básica, los siglos XIX y XX van a ver el surgimiento y expansión de nuevos cultivos de exportación que vendrán a dinamizar la economía güimarera contemporánea.

A mediados del XIX este papel fue desempeñado por la cochinilla y, una vez comience su declive, despuntará el tabaco y, sobre todo, el azúcar nuevamente.

El turismo, que a finales del siglo XIX comienza a interesarse por estas Islas encontró también en Güímar un área interesante para su desarrollo. Para servir a esta novedosa actividad económica se habilitaron o construyeron en esta localidad varios establecimientos. El pionero fue el Hotel del Buen Retiro y a él se sumaron un sanatorio alemán - posteriormente convertido en pensión-, y la Casa de la Raya (con el nombre de Sunny Side). Décadas después vinieron la Fonda de El Escobonal (1920) y la Fonda Medina (1928), en el casco de Güímar.

Hubo que esperar hasta las primeras décadas del siglo XX para que se produjera un nuevo auge económico con la expansión del cultivo del tomate, la papa temprana y, en menor medida, el plátano, que estarán en la base del proceso de modernización que tiene lugar en Güímar en estos años: llegada de la carretera del Sur a El Escobonal (1897), instalación de las primeras sucursales bancarias, crecimiento del parque automovilístico, constitución de la "Hidroeléctrica de Güímar" (1929), creación de casinos y centros culturales, etc.

La necesidad de mano de obra barata que hiciera posible esta expansión agrícola de las primeras décadas del siglo XX, va a dar lugar a que Güímar reciba considerables aportes inmigratorios procedentes, fundamentalmente, de las Islas de Lanzarote y Fuerteventura (los jamaiquinos) y de los pueblos limítrofes (Fasnia, Arico y Granadilla). Tras la guerra civil se va a reproducir el mismo fenómeno, pero en esta ocasión se tratará principalmente de inmigrantes procedentes de La Gomera. Curiosamente y de forma paralela está documentada una corriente emigratoria desde los críticos años de la posguerra y que se dirigirá mayoritariamente hacia la república venezolana.

Todo este proceso de modernización económico y social que experimenta el municipio de Güímar en las primeras décadas del siglo XX tuvo lugar gracias a las duras condiciones de trabajo a las que fueron sometidas las clases trabajadoras por parte de los grandes propietarios agrícolas.

Estas duras condiciones -en muchas ocasiones teñidas de un carácter semiservil- eran mantenidas a través del aparato caciquil con el que las fuerzas vivas de la localidad reinterpretaban el ordenamiento constitucional, en teoría, vigente. La corrupción, el pucherazo, la coacción y otros mecanismos de similar naturaleza se adueñaban de las instituciones políticas, tal y como sucedía a lo largo y ancho del territorio nacional.

El 15 de abril de 1931 se izaba en el Ayuntamiento de Güímar la bandera republicana, sólo un día después de que fuese proclamada en Madrid la nueva forma de gobierno. En el mes siguiente se fundaba aquí la primera agrupación obrera, que surgía para defender los intereses de las clases trabajadoras.

No obstante, la derrota de las izquierdas en la Guerra Civil permitirá a los grandes propietarios de la tierra de Güímar mantenerse con tranquilidad en sus privilegiadas posiciones durante el régimen franquista. En ese periodo la medianería continuó siendo forma de explotación de la tierra más característica, aunque también trabajaban peones en las fincas mayores.

La década de los 70 supondrá la expansión del cultivo del aguacate, que se llegará a convertirá en el principal producto de exportación de Güímar en cuanto a superficie plantada.

Sin embargo, las transformaciones económicas que tendrán lugar en las Islas en los años 60-70 van a modificar radicalmente la realidad económica de esta localidad. La agricultura, tanto la de exportación como la de mercado interno, van a perder buena parte de su tradicional importancia, mientras que otras actividades (secundarias y, sobre todo, terciarias) van a absorber la mayor parte de los recursos humanos y de capital.

Estas transformaciones coincidirán, más o menos, con la transformación política que tiene lugar tras la muerte de Franco en 1975 y el comienzo de una nueva etapa democrática en la historia de España, que en Güímar será encabezada por Pedro Guerra Cabrera como primer alcalde constitucional de este período.

Extractado por la Biblioteca Municipal del texto elaborado por el Doctor en historia José Manuel Rodríguez Acevedo para el Archivo Municipal de Güímar.

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