Municipio: Güímar
Categoria: BIC
Monumento
Declaración: Decreto 22/2006, de 21 de febrero
Consejería de Educación, Cultura y Deportes del
Gobierno de Canarias.
La capilla es una sencilla construcción de planta de tendencia cuadrada, con
muros de mampostería y bloques de hormigón, con cubierta a cuatro aguas de teja
árabe. Su elemento más representativo es la gran portada de medio punto en
cantería. En el interior, los frescos representan medallones con floreros en
las paredes laterales, mientras que en el fondo aparece un dosel con angelotes.
El entorno de protección acoge dos casas terreras que flanquean la capilla, con
idéntica solución en la cubierta y vanos modificados; mientras que al otro lado
de la calle de San Pedro de Abajo, la plaza constituye el escenario de diversos
actos durante las fiestas patronales.
En diciembre de 2014 empieza una intervención urgente, dado el estado de la capilla, y que se llevaba varios años esperando para poder acometerla. El Ayuntamiento de Güímar, “atendiendo a la petición de los vecinos, ha desbloqueado el expediente recientemente, gracias a las conversaciones y gestiones realizadas entre el Obispado de Tenerife, el párroco de San Pedro Apóstol, técnicos de Cabildo de Tenerife y la administración local. Las obras consistirán en sanear las humedades y reintegrar el aspecto general de las pinturas murales que decoran las paredes de la capilla”.
En el año 2012, el director de Cultura y Patrimonio Histórico del Cabildo de Tenerife, Cristóbal de la Rosa, visitó el lugar para valorar los daños, pero no se pudo continuar con el proyecto de restauración. Desde el Ayuntamiento de Güímar, se han llevado a cabo los procedimientos necesarios para comenzar las obras, bloqueadas durante muchos años.
El artista y vecino Javier Eloy Campos señala que “todo este conjunto notable de pinturas aparece seriamente dañado por las humedades que han transmitido al interior del edificio los amontonamientos de tierra que lo rodean. Las pérdidas y lagunas han ido tapándose, a lo largo de los años, mediante repintes” como los que afectan a los floreros, sumamente transformados. No obstante, “el lamentable estado de conservación no impide apreciar la importancia de unas pinturas notables, muchas de las cuales pueden datar del siglo XIX. En el zócalo o en la zona superior apenas quedan restos de la pintura original”.
En 1765, los vecinos de San Pedro Abajo, encabezados por un grupo de propietarios importantes, eirigieron una capilla para que el santo pudiera ser velado y venerado en un lugar sagrado. Previamente habían pedido para ello permiso al obispo de la diócesis. Unos 30 años más tarde, hicieron lo propio los vecinos de San Pedro Arriba.
Javier Eloy Campos destaca que, “con mucha probabilidad, desde el siglo XVIII se instituyó en Güímar la costumbre de dividir el pueblo, mediante una “raya” imaginaria, separándolo en dos mitades: San Pedro Arriba y San Pedro Abajo. Para la organización de la fiesta patronal de San Pedro Apóstol, se crearon las comisiones, que encabezaban a los habitantes de cada sector. Durante los años pares, la organización de la fiesta corresponde a la Comisión de San Pedro Arriba y los impares, a la de San Pedro Abajo.
Como premio al esfuerzo de cada uno de los barrios encargados, la noche de la antevíspera de la fiesta, el 27 de junio, el santo titular visitaba ya desde entonces el barrio responsable en ese año, donde aún hoy permanece 24 horas, en las que es velado y se celebra en el entorno diversos actos sacros y profanos.
En la capilla aparecen pinturas murales en las tres paredes que no ocupa la portada. En los dos paramentos laterales se representa un tema floral: sendas copas de aspecto clasicista, repletas de elementos vegetales, ramas y flores entre las que revolotean insectos. El conjunto presenta un aspecto neoclásico, los floreros están enmarcados por medallones entre columnas y cornisamientos. En la zona más alta, se han situado óvalos en cuyo interior hay representaciones alusivas a la vida de San Pedro, como el gallo, las redes, la barca o las cadenas.
En el testero se recoge un tema muy distinto, con una técnica que parece datar de un momento anterior al de las paredes laterales, un dosel que debía custodiar una cruz antigua, que ya no existe, pero de la que quedan los herrajes que la sostenían a la pared. El dosel es diferente a los utilizados tradicionalmente en Canarias y presenta una forma de tienda, que apartan dos angelotes.
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